viernes, 31 de marzo de 2017

Declaración Política del II Congreso Nacional Ordinario de la Nueva Central de Trabajadores.

Al pueblo de México:

El Segundo Congreso Nacional Ordinario de la Nueva Central de Trabajadores (NCT), -que contó con la participación de 80 organizaciones sindicales, cooperativas y populares, provenientes de 20 entidades de la república-, se realizó en medio de una de las peores crisis económica, política y social de nuestra historia.

Al comienzo de 2017, el gobierno de EPN desató la protesta social de decenas de miles de ciudadanos de todo el país que repudiaron el incremento del 20 por ciento en los precios de los combustibles, que de inmediato detonó un desorbitado aumento en los precios de los artículos de primera necesidad. En tres décadas de neoliberalismo en México no hay antecedentes de una protesta de esta naturaleza que por su extensión, amplitud social y diversidad de formas de lucha, sacudió al régimen y sus formas tradicionales de control social.

El arribo a la presidencia de los Estados Unidos, de Donald Trump -un presidente neofascista, misógino, racista, patriarcal y anti sindicalista- que intenta resolver la crisis económica de ese país mediante una política económica proteccionista y una exacerbada política de agresión hacia los pueblos del mundo, se convirtió en un nuevo factor de aceleración de la crisis económica mexicana que viene estimulando la devaluación del peso, el derrumbe de las expectativas de crecimiento económico e inversión norteamericana en el país. La insultante pretensión de que México pague la construcción de un muro anti inmigrante que aísle a nuestra frontera norte describe bien al irascible sujeto que hoy está al frente de la primera potencia imperial del mundo.

No es como dice Trump: el TLCAN ha generado enormes ganancias para las empresas estadounidenses, canadienses y mexicanas que durante tres décadas han pagado salarios miserables a los trabajadores mexicanos, se han beneficiado del control corporativo y patronal ejercido por el sindicalismo charro y abusado de los incentivos fiscales que les han ofrecido los gobiernos neoliberales para no pagar impuestos.

La implantación del modelo neoliberal en México, a partir de la puesta en marcha de los tratados internacionales de libre comercio e inversión, así como las reformas estructurales que nos han impuesto los sucesivos gobiernos neoliberales, desde Miguel de la Madrid hasta Enrique Peña Nieto, solo han beneficiado al gran capital financiero internacional, la oligarquía nacional y las grandes empresas trasnacionales de la energía, la minería, la industria automotriz, y la agro industria que, no solo han saqueado los recursos naturales del país y sobreexplotado la fuerza de trabajo de los mexicanos, sino además han desmantelado la industria nacional, devastado el campo y destruido nuestro mercado interno.

Los resultados saltan a la vista. Las desigualdades sociales en México se han exacerbado en todo este periodo. Sesenta millones de mexicanos viven en la pobreza y pobreza extrema, diez millones de jóvenes no tienen acceso a la educación y al trabajo. Todos estos males cobran un mayor número de víctimas en los grupos vulnerables. La explotación infantil y la trata de personas se han multiplicado en 30 años de exacerbada explotación laboral y descomposición social.

Esto ha sido posible porque la mayoría de los mexicanos que viven de su trabajo y no del trabajo ajeno, carecen de los instrumentos de lucha que les procuren mejores condiciones políticas para defender sus derechos económicos y sociales. Durante décadas se nos ha impuesto un férreo control político e ideológico a través de la falsa representación de los partidos políticos, los sindicatos corporativos y patronales, las organizaciones sociales clientelares, la manipulación mediática de los medios de comunicación masiva, la privatización de la educación pública que promueve al individualismo y la competencia como valores superiores y el desmantelamiento de nuestros institutos de investigación, ciencia y tecnología que apuntalan la dependencia económica hacia el exterior.

Sin embargo, la resistencia popular al neoliberalismo viene creciendo en los últimos años, sorteando la represión del Estado, agrupándose en distintos referentes populares y lanzando nuevas jornadas de lucha para enfrentar la represión e impugnar las reformas estructurales neoliberales. Está en proceso la construcción de una nueva correlación de fuerzas entre explotados y explotadores, por esta razón, el II Congreso Nacional Ordinario de la Nueva Central ha tomado importantes resoluciones para contribuir al rescate y fortalecimiento de la autonomía e independencia de clase de los trabajadores.

Así mismo, se plantea avanzar hacia el proceso de articulación de todas las fuerzas democráticas del país para levantar un frente común en contra del neoliberalismo. Las condiciones para avanzar a la unidad son inmejorables, tomando en cuenta la profundización de la crisis de legitimidad y consenso del régimen y el nuevo estado de ánimo de rebeldía que comienza a crecer en amplios sectores de las clases explotadas.

La salida a la crisis nacional y los trabajadores

Nuestra respuesta a los grandes desafíos, que la época y la situación actual traen consigo, tiene un profundo sentido de clase. Nosotros no podemos marchar atrás de nuestros opresores. Ahora bajo las situaciones actuales, el presidente, los diputados y senadores, los empresarios y multimillonarios que se han enriquecido a costa de nuestra miseria nos reclaman la unidad de frente al gobierno de Donald Trump.

Acudiríamos a este llamado siempre y cuando:

Primero: Deroguen todas las reformas estructurales neoliberales.

Segundo: Declaren la moratoria al pago de la deuda externa y destinen esos recursos al gasto público y la inversión productiva que reactive nuestro mercado interno.

Tercero: Que se convoque a un nuevo Constituyente electo directamente por los ciudadanos sin mediación de los partidos políticos, Constituyente que restituya nuestra soberanía como nación y restituya la potestad del pueblo sobre los bienes comunes que nos fueron arrebatados y restaure los derechos sociales de los que fuimos despojados, renacionalizando el territorio nacional y sus recursos estratégicos, la electricidad, el gas y el petróleo. Asimismo sus recursos minerales, actualmente explotados por trasnacionales, y recursos naturales como el agua y las semillas originarias que garantizan nuestra soberanía alimentaria.

Cuarto: La libertad de todos los presos políticos, la restitución de nuestros derechos democráticos, el alto a la criminalización de la protesta social y deroguen todas las legislaciones locales que restringen las libertades políticas de los mexicanos. Así mismo se castigue a los responsables de la desaparición forzada de los estudiantes normalistas de Ayotzinapa y de todos los crímenes de Estado en contra del pueblo de México. Y desde luego se castigue a las autoridades que no evitan, resuelven ni castigan a los perpetradores de feminicidios, que hasta 2013 eran más de 2 mil 500 por año.

En relación a la renegociación del TLCAN planteamos:

Aunque, de manera inmediata, la cancelación del TLCAN puede causar miles de empleos perdidos, los trabajadores mexicanos no defendemos este tratado. Es mucho mejor contar con empleos permanentes, y bien pagados, con empresas nacionales, agrícolas e industriales, que fortalezcan el mercado interno y el desarrollo nacional. Lo mismo vale para nuestros hermanos y hermanas de la clase trabajadora norteamericana y canadiense.

El modelo económico neoliberal ha concentrado una enorme masa de riqueza para unos cuantos individuos, a costa de una gigantesca miseria para millones de seres humanos. Esa es la causa del enorme descontento que permea a una mayoría social en México y los Estados Unidos. Los millones de personas que nos hemos movilizado en contra del nuevo gobierno de Donald Trump y de Enrique Peña Nieto, no buscamos un enfrentamiento entre naciones, buscamos echar abajo a un sistema económico irracional, corrupto, depredador, patriarcal, y xenófobo, que solo funciona para unos cuantos multimillonarios: el capitalismo.

La alternativa al chovinismo neofascista de Donald Trump y el “librecambismo” de Peña Nieto, no es el estrecho nacionalismo de principios del siglo pasado, es un mundo en donde existan iguales condiciones de salario, trabajo, salud, educación, estrictas normas ambientales y un comercio equitativo entre todos los países.

La Nueva Central de Trabajadores de México extiende su mano fraterna a los trabajadores y pueblo de los Estados Unidos y Canadá, pero sobre todo a nuestros hermanos y hermanas de América del sur y el Caribe, para luchar por un mundo sin fronteras, con justicia, paz y libertad.

En resumen, queremos ser muy claros en rechazar, rotundamente, los llamados a la “unidad nacional” en torno al presidente de la República, para enfrentar la política antimexicana de Donald Trump. Tanto Peña Nieto como la oligarquía mexicana, entre ellos Carlos Slim, podrán tener diferencias con Trump, pero todos ellos son socios menores de las grandes trasnacionales norteamericanas. Al final sus intereses personales los ligan más al imperialismo yanqui que al pueblo de México. Ellos siempre encontrarán la forma de arreglar sus diferencias a costa de los pueblos de ambos lados de la frontera. No tenemos ninguna confianza en el gobierno de Peña Nieto, la oligarquía y los partidos políticos patronales y menos aún de los que firmaron el “Pacto por México”.

Sólo confiamos en la fuerza organizada del pueblo mexicano. Preparémonos entonces para fortalecer la autonomía de la clase trabajadora, lancemos nuevas jornadas de lucha anti-neoliberal y avancemos en la unidad popular para transformar a México.

EL II CONGRESO NACIONAL ORDINARIO DE LA NUEVA CENTRAL DE TRABAJADORES


Ciudad de México a 28 de enero de 2017