domingo, 16 de abril de 2017

Gasolinas: vienen más alzas / Consumidores silenciosos / Lozoya: ¿“tolerancia cero”?

México SA - Carlos Fernández-Vega
Tras el brutal aumento de precios de los combustibles con el que arrancó 2017 (de hasta 24 por ciento, según la zona de consumo) desde febrero pasado el gobierno federal ha jugado con “descuentos” diarios de uno o dos centavos y/o aumentos de la misma proporción, para dar la idea de que “las reglas del mercado” son las meras efectivas en este renglón. De hecho, ninguno de los genios que armaron esta perversa estrategia ha explicado por qué México –importador neto de gasolina, del vecino del norte el mayor volumen– mantiene precios hasta 36 por ciento superiores a los que pagan los consumidores en Estados Unidos, con todo y que –versión oficial– las sacrosantas “reglas del mercado” son las reinas de la fiesta (a la hora de los abultados impuestos que Hacienda carga al precio final, tales luminarias fingen demencia).

Pero finalmente hay que reconocer que el “juego” gubernamental de los centavitos resultó efectivo, porque los consumidores se fueron con la finta y terminaron las protestas por el megagasolinazo de enero, por mucho que actualmente aquí se paga el equivalente a 95 centavos de dólar por litro de Premium, en promedio, mientras en Estados Unidos la erogación por el mismo producto y volumen ronda 70 centavos de billete verde, diferencia de 36 por ciento en detrimento de los silenciosos compradores de este lado de la frontera.

Pero todo indica que en breve la cosa se va poner peor. La Administración de Información Energética de Estados Unidos (EIA, por sus siglas en inglés) anuncia que para la temporada de abril a septiembre de 2017, se pronostica que los precios al menudeo de la gasolina regular en aquel país (impuestos incluidos) “promediarán 2.46 dólares por galón, en comparación con 2.23 dólares por galón del verano pasado. La mayor previsión es principalmente el resultado de los precios más altos pronosticados del petróleo crudo. Para todo 2017, el precio promedio previsto para la gasolina regular es 2.39 dólares por galón, lo que, de realizarse, daría como resultado que el promedio de los hogares estadunidenses gastaría alrededor de 200 dólares más en combustible para motores en 2017 comparado con 2016” (el galón equivale a 3.7854 litros).

Si se concretan los pronósticos de la EIA del verano del 2016 al de 2017 el precio promedio de la gasolina en el vecino del norte se incrementaría poco más de 10 por ciento (en México, de un solo golpe, aumentó hasta 24 por ciento), lo que de nueva cuenta impactaría los bolsillos de los consumidores mexicanos, quienes deberán pagar más por “las reglas del mercado”, en espera de la “liberación” plena del mercado nacional de combustibles (esa es la versión gubernamental), pero sobre todo porque el sistema nacional de refinación está colapsado.

La EIA detalla que para este verano se espera que, en promedio, los precios petroleros aumenten ocho dólares, por lo que el precio mensual –también promedio– al por menor de la gasolina que se vende en el vecino del norte pase de 2.43 dólares por galón en abril a 2.51 en julio, aunque a partir de septiembre de 2017 podrían retomar el nivel de 2.43 dólares por galón.

Con base en esos pronósticos, y sin olvidar que el grueso de la gasolina importada por México proviene de Estados Unidos, la ecuación se resuelve de inmediato: los consumidores nacionales ya no sentirán lo duro, sino lo tupido, y el gobierno peñanietista debe estar con el copete de punta, porque el probable movimiento alcista se registraría, justo, en plena temporada electoral en tres entidades de la República, aunque en realidad la única que le importa es el del estado de México.

Entonces, agárrense silenciosos consumidores mexicanos, que apenas comienza la fiesta de “las reglas del mercado”. En vía de mientras, la citada agencia del gobierno estadunidense señala que “debido a que los impuestos sobre la gasolina y los costos de distribución al por menor son generalmente estables, los movimientos en los precios de la gasolina y el gasóleo son principalmente resultado de los cambios en la cotización del crudo y los márgenes mayoristas”.

Detalla que en Estados Unidos “al comienzo de la temporada (1 de abril), las reservas totales de gasolina fueron de 238.7 millones de barriles, 4.7 millones de barriles menos que hace un año, pero 10.4 millones por encima del promedio de los últimos cinco años. Se proyecta que los inventarios totales de gasolina terminen el verano en 226.8 millones de barriles, casi igual al nivel del año pasado en ese momento”.

Por lo que respecta al diésel, la EIA detalla que el consumo previsible en Estados Unidos “promediará 3.9 millones de barriles en este verano, un nivel 120 mil barriles (3.2 por ciento) mayor al reportado en 2016, cuando disminuyó 3.4 por ciento en comparación con el registro de 2015. Este incremento se debe principalmente a una combinación de crecimiento económico, producción industrial y actividad comercial internacional, que contribuyen a una mayor actividad de camiones”.

El pronóstico de la Administración de Información Energética de Estados Unidos considera que durante el próximo mes de mayo el precio por galón de diésel ronde los 2.31 dólares, para cerrar 2017 en un nivel cercano a 2.94 dólares por galón. Y sin ánimo de martirizar a los lectores, debe mencionarse que su pronóstico alcista también considera los precios del gas natural y las tarifas eléctricas –con extensión a 2018–, aunque en proporciones ni lejanamente comparables con los mandarriazos propinados por el gobierno peñanietista.

Las rebanadas del pastel


Por más que aquí lo encubran, tarde que temprano saldrían a la luz pública los oscuros negocios que se concretaron durante el paso del destroyer Emilio Lozoya Austin por Petróleos Mexicanos, otrora protegido del ahora “aprendiz” Luis Videgaray: “el escándalo sobre sobornos que la constructora brasileña Odebrecht realizó en México alcanzó al ex director de Pemex, para quien, de acuerdo con una investigación judicial en Brasil, se gestionó en la firma el pago de 5 millones de dólares como contraprestación por beneficios indebidos otorgados a la constructora brasileña” (La Jornada). Lo mejor del caso es que en uno de sus primeros discursos como “cabeza” visible de la ex paraestatal se aventó la siguiente perla: “esta gran empresa del Estado debe de ser transparente, contar con un sistema real y permanente de rendición de cuentas… Mi administración tendrá una tolerancia cero ante cualquier comportamiento fuera del marco legal, ya sea de privados o dentro de esta empresa”.