domingo, 6 de agosto de 2017

Las “minas de la muerte”, que abastecen al nuevo aeropuerto

Los ejidatarios que viven en las inmediaciones de los cerros del oriente del Estado de México están solos en su lucha por preservar el entorno ecológico, seriamente dañado por las mineras que extraen tezontle y otros materiales pétreos de la zona para el Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México. Las autoridades mexiquenses ignoran sus peticiones, mientras ellos respiran el tóxico polvo que desprende el tezontle, pierden sus ejidos y ven cómo algunos personeros del PRI también lo son de las empresas que explotan el subsuelo mexiquense.
6 agosto 2017 | Diego Tonatiuh Calamard | Proceso
CIUDAD DE MÉXICO.- En julio del año pasado comenzaron las actividades en las faldas del cerro Tlaltepec, en el Estado de México, para extraer materiales pétreos –tepetate, grava y arena, pero sobre todo tezontle– para el Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México.

Desde el principio, las comunidades aledañas de Temascalapa y San Martín de las Pirámides advirtieron de los riesgos que entraña esa actividad minera para sus viviendas y el entorno ecológico, que incluye los cerros de Tlatepeque y Tepozayo.

En diciembre de 2016, gracias a la movilización de los lugareños, la mina fue clausurada. En febrero pasado, policías y funcionarios de la Secretaría de Gobernación mexiquenses amedrentaron a los vecinos que se oponían a los trabajos de extracción; y aunque éstos resistieron los embates, siguieron los trabajos hasta que en junio pasado volvió a ser clausurada.

Pese a esas jornadas de resistencia, el director de Obras Públicas de Temascalapa envió un documento a los habitantes de la colonia Álvaro Obregón en el cual les informa que el ayuntamiento nunca ha dado permisos para la extracción de tezontle.

La instancia que autorizó la explotación del cerro de Tlaltepec es la Secretaría de Medio Ambiente del Estado de México. Sin embargo, las empresas autorizadas –Constructora y Andamios Galaxi, Grupo Tobías, Grupo Edilberto Serrano y CCR Logística en Tlaltepec– no se han ajustado a la normatividad.

Hasta ahora no han sembrado árboles para sustituir los que han talado. Peor aún: trabajan a menos de 10 metros de las viviendas, como observó el reportero. Hoy por lo menos una decena de viviendas tienen cuarteaduras a causa de la actividad minera y el paso de las "góndolas” –los camiones que transportan el tezontle– en los cerros Tlaltepec y Tepozayo.

Ese trajín también provoca el hundimiento de los caminos de terracería. Lo grave es que a sólo 40 centímetros de profundidad pasan los ductos de Pemex, advierten Quezada y su par de San Martín de las Pirámides, Francisco Robles Badillo, en carta dirigida al coordinador general de Protección Civil del Estado de México, Arturo Vilchis Esquivel.

El paso de las góndolas preocupa a los pobladores del Lago de Texcoco y a los asentados en las faldas de los cerros, comentan Heriberto Salas Amac y Baltazar Robles Hernández, representantes del Frente Amplio no Partidista en contra del Nuevo Aeropuerto y otros Megaproyectos en la Cuenca del Valle de México.

LA DAÑINA ‘NIEVE ROJA’

Algunas de las compañías que trabajaron en los cerros lo hicieron sin autorización o rompiendo las reglas establecidas en los permisos de la Secretaría de Medio Ambiente del Estado de México. Los contratos hablan de "bancos de material” en lugar de minas, lo que les permite extraer el tezontle sin tener que pagar cuotas, comenta Saúl Espinoza Sánchez, secretariado del ayuntamiento de Temascalapa.

Desde los cerros Tepetzinco y Coatépetl puede verse la nube de polvo que envuelve la zona. Las calles de Nexquipayac incluso están cubiertas por la "nieve roja”.

En el cerro Tepozayo, los habitantes se organizaron y a finales de marzo pasado sacaron a las empresas de Grupo Edilberto Serrano, CCR Badillo, Grupo Tobías y Constructor y Arrendador FAG, antes de que dañaran el sitio arqueológico, a finales de marzo.

En el de Tlaltepec, ubicado a unos cientos de metros y colindante con la comunidad Álvaro Obregón, los ejidatarios establecieron un campamento el 2 de febrero pasado para impedir el paso de maquinaria. Gracias a esa movilización las compañías se fueron el 29 de marzo. Sin embargo, dejaron en riesgo toda la zona habitacional de las comunidades de Álvaro Obregón y San Luis Tecuahutitlán.

La autopista Peñón-Pirámides se construye sobre tierras ejidales que sus dueños terminaron por malbaratar a la empresa Ferrovalle ante las múltiples presiones y engaños a que fueron sometidos.

COMPLICIDADES

Para defender los cerros, las comunidades de San Luis Tecuahutitlán y Álvaro Obregón pidieron ayuda a Vilchis Esquivel. Acudieron al lugar uno de sus subalternos –a quien no pudieron identificar– y Sergio Alfonso Tejada Ramírez, secretario particular del director general de gobierno del distrito de Otumba.

Los ejidatarios mostraron al reportero varias fotos en las que ambos funcionarios aparecen abrazados con el dueño de una mina. Y es que algunos apoderados legales de esas compañías están ligados con partidos políticos, lo que provoca un conflicto de interés en la adjudicación de las obras.

Después de que los pobladores expulsaron a las compañías del cerro Tlaltepec, Mario Ramos, un ex empleado, cuenta a Proceso que se había cambiado la razón social de empresa.

En febrero pasado Habitantes de Temascalapa y San Martín de las Pirámides solicitaron a la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) resolver el problema de las minas. Sin embargo, ni el gobierno federal ni el Estado de México muestran voluntad para atender el reclamo ni parecen estar dispuestos a detener la devastación.

El reportero envió un cuestionario a la Propaem y al Centro del Instituto Nacional de Antropología en el Estado de México para conocer su opinión sobre la problemática de las minas. Hasta el cierre de edición no hubo respuesta.