viernes, 4 de agosto de 2017

Marcha en defensa del derecho al trabajo

Telefonistas Rechazan Cambios en su Contrato Colectivo 
Carlos Guillén S. / Secretario de Prensa del Sindicato Único de Trabajadores de la Industria Nuclear
Colaborador Voluntario de Frecuencia Laboral
El 26 de julio del 2017 se realizó una gran movilización de trabajadores convocada por el Sindicato de Telefonistas de la República Mexicana a la cual asistieron de manera solidaria una importante cantidad de organizaciones sindicales y campesinas. Destaca entre éstas, la presencia solidaria del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME). La marcha fue una movilización en la que se expresó la solidaridad con los telefonistas y expresó los elementos comunes que tienen las luchas actuales de telefonistas, electricistas y otros sectores: la defensa del derecho al trabajo.
El SME debió realizar un plantón que para ese momento ya llevaba más de un mes, en demanda de que el gobierno cumpliera los acuerdos alcanzados en el marco de la lucha por la reinserción laboral de los electricistas, lucha que también generó una amplia solidaridad. A su vez, los telefonistas se manifiestan y han emplazado a huelga, contra la pretensión del Instituto Federal de Telecomunicaciones de dividir a Teléfonos de México, con lo que se pondría en riesgo la materia de trabajo y la contratación colectiva. Es decir, está en riesgo el empleo mismo de los telefonistas.
Con unos meses de diferencia, los sindicatos de trabajadores de Tornel y de La Jornada, fueron notificados de la pretensión empresarial de reducir drásticamente sus ingresos. A la tercera parte en el primer caso y en 45% en el segundo. En Tornel, la empresa está despidiendo trabajadores para forzar al sindicato a que acepte el recorte a lo que establece el Contrato Ley y en La Jornada , desde enero la empresa editora de ese diario, procedió de manera unilateral al recorte, lo que llevó al sindicato a estallar una huelga que fue declarada inexistente por la Junta Local de Conciliación y Arbitraje.
En estos casos, la lucha es en defensa de los ingresos de los trabajadores, que las empresas pretenden disminuir con el pretexto de que se trata de medidas para mantener la viabilidad de las fuentes de trabajo en un marco de crisis, competencia y cambios tecnológicos.
Otra lucha reciente es la del magisterio democrático, en contra de una llamada reforma educativa, que en lugar de hacer un análisis del estado de la educación en México, de ubicar sus problemas y plantear soluciones a los mismos, desde su inicio dejó claro que se trataba en realidad de una reforma laboral para arrebatar los derechos laborales de los trabajadores de la educación.
En diversos centros educativos y de investigación, hay una situación cada vez más insostenible por la negativa a contratar personal, sobre todo académico, lo que combinado con la sustitución del salario por estímulos, que genera competencia entre trabajadores y dificulta el trabajo en equipo, esencial en la investigación y condiciones pésimas para la jubilación, entre otras medidas, ha llevado al envejecimiento de las plantillas de personal, a poner en riesgo la propia viabilidad de las instituciones y a alejar cada vez más la posibilidad de que la educación y la investigación sean elementos para el desarrollo nacional.
Todas estas luchas y problemas tienen en común las políticas contra los trabajadores y sus organizaciones y la defensa del empleo, el salario y la contratación colectiva. Pero también tienen en común un elemento adicional que no siempre se toma en cuenta o no se la da la debida importancia. Se trata de la defensa de la materia de trabajo.
El ilegal cierre de Luz y Fuerza, fue un artero ataque contra el Sindicato Mexicano de Electricistas. Pero no solo eso. Se trató de sacar del escenario a una organización que siempre luchó en defensa de su materia de trabajo, para que ésta sirviera a los intereses nacionales. Se adujeron mil pretextos sobre la situación de la empresa, pretendiendo ignorar que el SME siempre tuvo propuestas para mejorar la situación a la que la llevaron sus administradores.
En el caso de Telmex, desde la discusión de la reforma a las telecomunicaciones la posición de los trabajadores ha sido de defensa de su materia de trabajo y porque en ésta los trabajadores sean escuchados y tomadas en cuenta sus propuestas. Hoy se aduce que se trata de favorecer la competencia y mejorar los servicios, con medidas que abren el paso sin ninguna inversión a empresas extranjeras --lo que contradice el discurso oficial—y que parecieran ignorar que son los trabajadores telefonistas los que han sostenido con su capacitación y experiencia el crecimiento de este sector.
En el caso de La Jornada , el sindicato ha propuesto medidas para modernizar el diario y hacerlo competitivo, incluso con propuestas que afectan los ingresos de los trabajadores, sin que la empresa esté dispuesta a escuchar y negociar con el sindicato. Situación similar ocurre en Tornel , donde también la empresa ha rechazado las propuestas del sindicato.
El magisterio democrático ha debido enfrentar un cerco mediático que insiste en que los maestros defienden privilegios y se empeña en ocultar las aportaciones que hacen en aspectos medulares de su materia de trabajo. Lejos de defender solo aspectos laborales, los maestros democráticos trabajan intensamente porque su materia de trabajo, la educación, esté al servicio del pueblo trabajador. Si algún sector ha asumido la defensa de su materia de trabajo, es el magisterio democrático, con serias propuestas para mejorar la educación.
Varios sindicatos de trabajadores del conocimiento, como el Sindicato Unico de Trabajadores de la Industria Nuclear (SUTIN), el Sindicato de Trabajadores del Instituto Mexicano de Tecnología del Agua (SITIMTA) , el Sindicato Unitario de Trabajadores del Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica (SUTINAOE) y otros, son constantes en la presentación de propuestas para fortalecer las actividades de investigación científica y desarrollo tecnológico que realizan sus respectivas instituciones, las cuales se han encontrado, la mayoría de las veces, son oídos sordos de las administraciones y del gobierno.
Todas estas luchas, van más allá del salario y la contratación colectiva. Se defiende el derecho a la electricidad, a las telecomunicaciones, a la información, a tener empresas productivas, a la educación, a la investigación. Se defiende la capacidad de los trabajadores para elaborar propuestas que mejoren empresas e instituciones sin que ello implique pasar por encima de los derechos de los trabajadores.
Esto, sin embargo, aún es insuficiente. Buena parte del sindicalismo democrático sigue anclada a los aspectos economicistas y gremialistas de la lucha sindical. Se requiere superar estas limitaciones y llevar la lucha de los trabajadores, vale decir la lucha obrera, al terreno de la producción, a disputar la orientación de empresas e instituciones, a hacer valer las propuestas de los trabajadores.
Al final de cuentas, lo que hace diferentes a los trabajadores como clase social, es su capacidad de generar riqueza. Ello implica que junto con la lucha por el salario y el empleo, debe estar también hacer valer la personalidad e iniciativa proletarias.