viernes, 18 de mayo de 2018

SME. La transformación de Juárez 90







Cooperativa LF del Centro, Resistencia y autogestión obrera


28 abril 2018 | Orlando Oramas León | Orbe
Cerca de la medianoche del 10 de octubre de 2009 efectivos del Ejército, la Marina y la Policía Federal, armas en mano, ocuparon las instalaciones de la empresa Luz y Fuerza del Centro, entidad pública encargada de producir y distribuir energía eléctrica.

Fueron militarizadas plantas generadoras, subestaciones, unidades operativas y sedes administrativas. Gobernaba entonces el presidente Felipe Calderón.


Pareció un operativo contra un ente criminal, pero en el fondo estaba en marcha una política de privatización, de la mano del neoliberalismo en boga desde entonces, y el afán de criminalizar al Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), con un historial de luchas y servicios al país por más de un siglo.

De la noche a la mañana miles de trabajadores quedaron sin trabajo y sustento. La intención gubernamental era la desaparición del SME, bajo el supuesto de que la lucha de los smeítas sería corta. La Suprema Corte de Justicia de la Nación avaló en enero de 2013 un decreto de extinción contra ese sindicato. Legalmente no había adónde acudir.

En las negociaciones el gobierno pretendía la desmovilización por liquidación para los 44 mil empleados de Luz y Fuerza del Centro, afiliados al sindicato. Había entonces dos alternativas: rendirse o resistir sin saber por cuánto tiempo.

Fueron años de luchas, movilizaciones en las calles, asambleas generales extraordinarias. En el camino 28 mil afiliados decidieron aceptar la liquidación, la opción presentada por el gobierno. Pero otros varios miles decidieron resistir y dar la pelea por su futuro y el del sindicato.

Con la administración del presidente Enrique Peña Nieto, y como resultado de la resistencia, se consiguieron importantes acuerdos, aún en proceso de cumplimiento. Entre ellos la entrega de una treintena de predios y 14 microgeneradoras que antes eran patrimonio de la empresa desaparecida.

Como parte de la negociación el gobierno indicó la necesidad de que el sindicato revalidara su registro mediante el contrato de trabajo de sus integrantes. Para entonces el SME tenía las microgeneradoras hidroeléctricas, disponía de la mano de obra calificada, pero precisaba del capital para echar a andar esas viejas máquinas que la Comisión Federal de Electricidad no tenía interés en operar.

Se creó entonces el Grupo Fénix con el consorcio portugués Mota-Engil y el SME, que consiguió así la reinserción laboral de 500 de sus afiliados cuyos contratos de trabajo mantuvo vigente el registro sindical.

También como parte de los acuerdos bilaterales, alrededor de un millar de smeítas se acogieron a la jubilación mediante una renta vitalicia acordada con la parte gubernamental, todavía en proceso de cumplimiento.

Pero quedan aún varios miles de compañeros sin trabajo, por lo que en asamblea general del SME se decidió la creación de la cooperativa LF del Centro, precisamente en alusión a aquella empresa pública que el neoliberalismo extinguió.

Autogestión obrera

¿Por qué la cooperativa? Se trata del único modelo en el país en el que los obreros, de manera colectiva, pueden ser dueños de los medios de producción, afirma su presidente, Eduardo García.

La relación con la empresa Luz y Fuerza del Centro son sus trabajadores, “pero no queremos que se repitan los modelos gerenciales de entonces”. El cooperativismo tiene sus principios y estamos en un franco proceso de educación y adaptación para que tenga éxito, apunta.

Ante todo somos sindicalistas, pues nuestra empresa existe gracias a la lucha sindical, pero lo comercial y productivo es cosa de la cooperativa; con el SME mantenemos nuestra afiliación y vinculación ideológica, subraya.

La cooperativa tiene un consejo administrativo y ocho unidades productivas: construcción, telecomunicaciones, fábricas y talleres, comercial, distribución, producción, administración e inteligencia de negocios, y la comisión de educación cooperativa.